jueves, 29 de marzo de 2012

WARNING MERCURIO


Mercurio en Lámparas de Ahorro

Hace tiempo que circula una alerta sobre el peligro de las lámparas de ahorro energético, debido a su alto contenido en mercurio. Parece otra campaña de desinformación de los enemigos del progreso, esos románticos que añoran la lámpara de filamento.

Sin embargo todo es cierto, las lámparas de ahorro contienen mercurio y el mercurio es un tóxico muy peligroso, pero debe ponerse en su verdadera dimensión. Las lámparas de ahorro energético son tan peligrosas como los tubos fluorescentes, en realidad son un pequeño tubo fluorescente (plegado o enrrollado). Por lo tanto debemos tener precaución si se rompen, evitar el contacto o la inhalación, y tratarlas como un residuo peligroso. Pero contienen menos mercurio que la mayoría de tubos fluorescentes, que llevamos usando hace 70 años gracias a General Electric.
Sin embargo debería preocuparnos mucho más otros efectos nocivos, como la radiación electromagnética de lámparas y tubos fluorescentes. En el caso de la lámpara de ahorro la reactancia (o balasto) está en la base de la propia lámpara, y el campo electromagnético generado es similar al de un tubo de igual potencia. El problema actual deviene de que la lámpara de ahorro puede estar a un palmo de la cabeza, por ejemplo en un flexo, y esto puede ser muy peligroso puesto que pronto no habrá lámparas de filamento. En estos usos deberíamos elegir lámparas del tipo de bayoneta (tipo PL), que llevan la reactancia separada, y colocarla a más de 50 cm de la persona.
Otro problema es la pulsación del campo electromagnético y de la luz visible a 50 Hz (efecto estroboscópico). La fluorescencia normal produce 50 encendidos y apagados por segundo. Esto induce ondas cerebrales rápidas que causan insomnio, estrés, fatiga y agresividad. Para evitarlo, deberíamos usar reactancias electrónicas que minimizan el campo electromagnético y vibran a 20.000 Hz, sin resonancia neurológica.
Otro aspecto nocivo es el perfil cromático, o sea el color de la luz que generan, se expresa por la temperatura de color medida en grados Kelvin (ºK), que puede estar entre 2.000 y 8000 ºK. Los colores demasiado cálidos, rosados-anaranjados (2000-4000 ºK), bajan las defensas inmunitarias e inducen depresión. Para estar optimistas y saludables necesitamos luz blanca, con todos los colores del arco iris, como la luz del sol (Fullspectrum 5400-6500 ºK).
Como colofón tenemos casos de personas que generan problemas neurológicos serios en locales donde la iluminación exclusiva es fluorescente. Incluso se dan casos de ceguera temporal en entorno laboral, como un enfermero de guardia de noche en un hospital.
Evidentemente hay fluorescentes buenos y malos, saludables y nocivos, igual que las lámparas de ahorro energético chinas o alemanas. Para valorar el problema con visión ecológica hay que considerar todos sus aspectos, o sea con visión holística, y por supuesto no se agota aquí el tema.
Por ejemplo, todavía no hemos hablado del ahorro energético, ni del rendimiento luminoso, ni de la duración de la lámpara, ni del coste por lux, ni de su huella ecológica… y también debemos considerar los aspectos ópticos, ergonómicos y estéticos de una lámpara, pues la iluminación de un espacio es con frecuencia el primer factor de confort y salud.
© Carlos Martínez Requejo